Nuevo impuesto al vino en UK: ¿Un arancel encubierto que amenaza nuestros vinos?

Leemos la nota de Henry Jeffreys en Spectator, «It’s time to stop the war on Malbec«

El placer de descorchar una botella de vino y disfrutar de sus aromas y sabores es uno de los pequeños lujos de la vida. Sin embargo, este placer podría verse empañado por los recientes cambios en la política fiscal británica, que han introducido un nuevo sistema de impuestos al contenido alcohólico de los vinos. Esta medida, aunque presentada como una simplificación del sistema impositivo, podría tener consecuencias inesperadas y perjudiciales tanto para los consumidores como para nuestra industria vitivinícola.

La creación de este nuevo sistema impositivo, que establece diferentes tasas según el grado alcohólico del vino, va más allá de una mera cuestión fiscal. En realidad, se trata de una barrera paraarancelaria que dificulta la importación y exportación de vinos, especialmente para las pequeñas y medianas empresas. Al aumentar los costos de producción y distribución, y generar una mayor burocracia, estos impuestos desalientan la entrada de nuevos vinos al mercado.

¿Qué es una barrera paraarancelaria?

Una barrera paraarancelaria es cualquier medida que, sin ser un arancel propiamente dicho, dificulta el comercio internacional. Estas barreras pueden adoptar diversas formas, como los requisitos sanitarios y fitosanitarios, las normas técnicas, las restricciones cuantitativas y, en este caso, los impuestos internos.

El impacto del nuevo sistema impositivo británico:

Los nuevos impuestos al vino tendrán un impacto directo en varios actores de la cadena de valor como ser:

Consumidores: Los consumidores se enfrentarán a un aumento de los precios de los vinos, especialmente aquellos con un grado alcohólico más alto. Además, la reducción de la oferta, debido a la menor importación de vinos, limitará la variedad disponible en el mercado.
Productores: Las pequeñas y medianas empresas vitivinícolas, tanto nacionales como de otros orígenes, serán las más afectadas por estos cambios. Los mayores costos de producción y distribución reducirán sus márgenes de beneficio y dificultarán su acceso al mercado.
Importadores: Los importadores se enfrentarán a una mayor carga administrativa y a mayores costos logísticos, lo que podría disuadirlos de traer nuevos vinos al país.

Un mercado menos competitivo:

Al aumentar los costos de importación y generar una mayor burocracia, estos impuestos favorecen a los productores nacionales, reduciendo la competencia y limitando la innovación en el mercado. A largo plazo, esto podría conducir a una menor calidad y variedad de vinos para los consumidores.

Alternativas y conclusiones:

Lo extraño de toda esta regulación adicional es que no parece tener ningún sentido. El conocido presentador escritor y presentador de programas de vinos, Joe Fattorini, ha comentado: «Las propias cifras del Tesoro del último año revelan que aumentar el impuesto sobre el alcohol significa que la recaudación fiscal correspondiente a dicho impuesto disminuya. Una cifra cercana a los £1,300 millones».

Un sistema impositivo más simple y basado en un tipo fijo podría reducir la carga administrativa y fomentar la competencia.

La protección del mercado es un objetivo legítimo de cualquier gobierno, pero debe lograrse a través de mecanismos que no distorsionen el comercio ni limiten la elección de los consumidores. Un mercado de vinos abierto y competitivo beneficia a todos los actores de la cadena de valor, desde los productores hasta los consumidores.

En conclusión, el nuevo sistema impositivo británico representa una amenaza para la diversidad y la calidad de los vinos disponibles en el mercado. Es fundamental que los gobiernos reconsideren esta medida y busquen alternativas que promuevan un mercado de vinos más justo y transparente.

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